Body Yoga es un texto original para profesores y practicantes de yoga, ya que no ha nacido exclusivamente de esta disciplina. Es fruto del debate y la reflexión entre una enseñante de yoga, que dejó atrás el mundo empresarial para explorar el rol del yoga en la calidad de las relaciones humanas, y un médico e investigador que ha dedicado su enfoque profesional al estudio de la anatomía por vía experiencial, con el fin de comprender cómo los cambios físicos van cambiando nuestra mente y personalidad.

Y después de 20 años de Yoga ¿Qué?

Por Tere Puig

Ingeniera técnica en telecomunicaciones y formadora de yoga para el embarazo y la crianza.

Cómo el body thinking me ha inspirado para redescubrir el yoga

El yoga y yo mantenemos una relación desde hace algo más de 20 años. He pasado por muchas fases: desde el flechazo y la entrega total, a la duda, a la separación, al reencuentro, … para finalmente llegar a ese estado en el que uno ama serenamente, cuando disfrutas de lo que te gusta, aceptas lo que no te gusta tanto y piensas, con cierta resignación, que hay rincones que aun desconoces y que quizás no llegarás a conocer.

Justo ahí estaba hace tres años y no imaginaba que estaba a punto de entrar en escena algo que daría un vuelco a mi forma de entender, practicar y enseñar yoga, por tanto, a la concepción que hasta ese momento tenía del cuerpo, la mente, el alma y la relación entre ellos.

Un día de julio del 2007, Noe me trajo el café que habitualmente tomo a media mañana junto con una revista: el CuerpoMente de ese mes. ‘Hay un artículo sobre parto en agua que te gustará’ – me dijo, ella sabe que estoy especializada en el yoga para el embarazo. Tenía un rato tranquilo, así que agradecí la posibilidad de una lectura agradable, abrí la revista al azar y apareció una entrevista que por su título me llamó la atención: ‘La inteligencia del cuerpo’. La empecé a leer con curiosidad y rápidamente pase del ‘Que interesante…’ al ‘¡Sí!’, ‘¡Exacto!’, ‘¡Eso es!’.

No se si habéis tenido alguna vez esta sensación: la de que alguien es capaz de poner las palabras justas a un cúmulo de sensaciones sin articular que llevas dentro desde hace años. Eso fue lo que me ocurrió y, de repente, me di cuenta de que mis dudas, intuiciones y certezas inexplicables podían tener una explicación.

Acababa de encontrarme con Jader Tolja y el body thinking, que es el estudio de cómo se revelan en nuestra mente y personalidad los cambios que suceden a nivel físico. Esta óptica, esta forma de entender el cuerpo, la mente, el alma, la cultura y sus relaciones, en definitiva esta forma de entender la vida, despertarían en mi la pasión que necesitaba para volver a sumergirme en la práctica del yoga con el entusiasmo de los inicios, pero con una nueva mirada y un nuevo conocimiento.

Así, he vuelto a investigar y sentir el yoga y he podido descubrir nuevos y excitantes paisajes que antes no había visto, a pesar de llevar muchos años paseando por los mismos rincones, y los horizontes que antes parecían inalcanzables, incluso inimaginables, ahora empiezan a formar parte de una realidad cercana y tangible.

La diferencia entre encarnarse y desencarnarse

Experimentando diferentes formas de psicoterapia pude ver que pueden ser utilizadas para llegar a ser más nosotros mismos o para engañarnos y ayudarnos a pretender ser distintos de lo que somos.

La sofisticación intelectual, que llega con años de análisis, puede convertirse en una ayuda para ver de forma más honesta quiénes realmente somos, pero también la podemos utilizar para desviar cualquier feedback de la realidad y usar los instrumentos intelectuales para sostener el engaño que hemos construido sobre ella.

¿Puede ocurrir lo mismo con las técnicas corporales? Investigándolas desde finales de los 70 – no por practicarlas o enseñarlas, sino para comprender cómo la mente cambia al cambiar la manera en que se organiza el cuerpo – se evidenció un factor: así como la homeopatía, la medicina china o el ayurveda, la misma técnica, por ejemplo el yoga, puede utilizarse para favorecer la encarnación de la mente y el espíritu en el cuerpo (embodiment) permitiendo la integración entre estos niveles o justo para lo contrario.

Durante los 25 años que he dirigido seminarios de anatomía experiencial, me ha llamado la atención que las personas que más integración habían mostrado y las que menos, ambas, eran practicantes de la misma técnica: el yoga. Llegué a la conclusión de que no es la técnica en si misma la que favorece o no la encarnación, es el modo en que se practica y se enseña.

La distribución uniforme

Por Jader Tolja

Médico, psicoterapeuta y formador de anatomía experiencial.
El foco de su investigación es la comprensión de cómo el cuerpo, la mente y la cultura son, en realidad, expresiones unos de los otros. Empezó su trayectoria en este sentido en el 1979 en uno de los primeros departamentos de medicina psicosomática en Europa y, desde entonces, su interés se centra en el rol del tejido conectivo como factor de interrelación entre estos aspectos. Por esta razón comenzó a estudiar técnicas avanzadas de trabajo corporal y movimiento y dirigió distintos Másters de Anatomía Experiencial.

Ha enseñado sobre este tema, desde el año 84, en universidades públicas e institutos privados de Europa, Asia y Norte América. Actualmente es Research Director del BCD Lab en la Universidad de Bratislava, donde desempeña su labor de investigación. Es autor y co-autor de varios libros sobre el tema, de los cuales Pensar con el cuerpo es el más conocido y traducido.

El tejido conectivo, como la cuerda de una guitarra, necesita tener la tensión distribuida uniformemente a lo largo de él para funcionar correctamente.

Reconocer la inteligencia corporal

Es muy frecuente que las zonas más sanas asuman el trabajo que las zonas contraídas no pueden realizar. Por ejemplo, si algunas vértebras tienen poca capacidad de movimiento, las vértebras siguientes tienen que asumir un movimiento excesivo para compensar a las primeras. Dando movimiento a las zonas más libres impido que las otras entren en acción, de forma que requiero de la zona flexible un rango de movimiento superior al fisiológicamente normal y la destruyo. La hernia discal es un claro ejemplo, usualmente aparece entre dos vértebras que adquieren una movilidad excesiva para compensar el poco movimiento de las que les siguen.

Para que la tensión se distribuya de forma uniforme es necesario que, en lugar de estirar las zonas que ya están suficientemente abiertas, como hacemos habitualmente, activemos las que tienen menos capacidad de movimiento. Esto sólo será importante para mí si lo que busco es conocer mi cuerpo y enraizarme bien en él. Por tanto, para que ninguna zona haga un trabajo excesivo, y en consecuencia perjudicial, es necesario ampliar nuestra conciencia hacia las zonas que habitualmente no sentimos o no llaman nuestra atención.

Cuál es el objetivo

El objetivo del yoga no es deformar el cuerpo creando demasiada movilidad en una parte y demasiada contención en otra. Lo que ocurre es que fácilmente se olvida la finalidad de la práctica y todo queda centrado en conseguir una postura y no en desarrollar conciencia corporal, no en el embodiment. De este modo, se valora como un buen resultado el conseguir un cambio en el ángulo o en la distancia que marca la postura ideal y se olvida el desarrollo de la atención y la conciencia.

Pensemos en una postura como el arco. No es importante la extensión máxima que consigamos. Lo esencial es la distribución equilibrada de la relajación y la firmeza a lo largo del cuerpo, que cada vértebra pueda asumir el trabajo que le corresponda: aproximadamente el 1/33 del total, por esto hay al menos 33 vértebras y no menos.
Si una vértebra asume menos, otras tendrán que compensar, si asume más, destruye la continuidad y como consecuencia otras vértebras dejarán de moverse. Si aplico más fuerza reduzco mi movilidad. Si quiero dar más libertad de movimiento tengo que reducir la fuerza que aplico.

En dicha postura, la cadena muscular posterior aumenta de tono y la cadena anterior disminuye su tono.
Para sentir integridad y equilibrio, el cambio de tono muscular, ya sea para contraerse o para relajarse, tiene que ser realizado uniformemente. Si tu objetivo es avanzar en la práctica sin comprometer tu integridad física, darás más valor la capacidad de distribuir la tensión que aplicas que a la cantidad de tensión que puedas ejercer.

Si todo el estiramiento en la cuerda de la guitarra se centrara en un punto se rompería y el cuerpo, como la guitarra, dejaría de sonar.

Fijándonos solamente en conseguir lo que consideramos una postura ideal, podemos terminar abriendo zonas del cuerpo que ya están disfrutando de su máxima apertura para compensar la falta de movimiento que tenemos en otra parte.

Así, solo conseguiremos ir más allá del punto de equilibrio que tiene la zona abierta e inmovilizar aún más la zona rígida. De modo, que tendremos la ilusión de haber producido un cambio beneficioso porque el resultado visible, estético, es un arco más largo y pronunciado incluso sin ser mas armónico, pero en realidad habremos acentuado la contracción en la zona más rígida y habremos perjudicado la zona que ya es demasiado móvil.

Un cambio de enfoque

El resultado visual de sentir equilibrio en la postura puede ser menos espectacular que lo que se consigue con una deformación o una sección del cuerpo. Como se puede ver en la serpiente de madera, si la secciono se puede apreciar una curva más pronunciada. Pero si valoro la armonía en lugar de la magnitud de la curvatura, descubro lo que marca la diferencia: la integración. Y la conseguimos únicamente si la distribución de la tensión es uniforme desde el inicio hasta el fin.

La práctica que respeta las necesidades del individuo no está acompañada por el mejor resultado visible o estético, si no por la máxima armonía. Hablamos de un cambio de focalización, de punto de vista y de concepto de éxito. Y esto sólo puede suceder si eres independiente del tiempo y del resultado.

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