En nuestro mundo moderno, rodeados de tecnología y con un estilo de vida tan acelerado, estamos permanentemente bombardeados por estímulos externos. Esto es tan cierto para los adultos como lo es para los niños. También ellos se ven arrastrados a la vorágine de horarios apretados, y de teléfonos, tablets y demás siempre en sus manos. Absortos en ese mundo digital, la paz interior y la conexión espiritual se escapan de nuestras manos. La meditación para niños puede ser una excelente herramienta para ayudar a los más pequeños a reencontrarse, desarrollar confianza y amor propio, y superar sus miedos.

Por desgracia, cada vez vemos más casos de niños que sufren de estrés y ansiedad. Al igual que sucede con los adultos, los niños tienen distintas formas de responder a estos estímulos y, por lo tanto, el problema puede manifestarse de formas varias. Depende mucho de su personalidad individual, pero también de la edad y las habilidades emocionales que han adquirido en su entorno. Por otra parte, muchas veces se sienten incapaces de manifestar en palabras sus problemas cuando éstos son de una índole más profunda que, por ejemplo, un dolor de tripas y demás malestares físicos.

Meditar los pone en contacto con su mundo interior, permitiéndoles identificar sus problemas emocionales con más claridad y otorgándoles las herramientas para lidiar con ellos. Estudios científicos han demostrado que, además, la práctica de meditación ayuda a mejorar su memoria y capacidad de concentración.

Claro que, por muy beneficioso que sea, conseguir que los chicos quieran meditar no es tarea fácil. Por eso, en este artículo te brindamos algunos consejos para adoptar la práctica de meditación para niños.

Consejos para incentivar a los niños a meditar

En general, al hablar sobre meditación, los niños piensan en un momento “aburrido”, de sentarse “sin hacer nada”. Y esto es si conocen siquiera la palabra. El desafío está en cambiar esta perspectiva, para que meditar no sea un castigo sino un momento de relajación y disfrute. Estos son nuestros consejos.

Ten paciencia

La meditación implica un profundo viaje personal. Incluso para los adultos, puede ser un gran desafío al principio. Por nuestro entorno cultural, esos momentos de quietud e introspección parecen antinaturales e incluso incómodos.

Con los niños pasa exactamente lo mismo. No te frustres si al principio ofrecen resistencia, ni te encadenes a cierta meta u objetivo. Puedes proponerte determinadas intenciones, pero siempre debes estar dispuesto a hacer ajustes para la comodidad y bienestar de los niños.

Déjate ir y experimenta con ellos, permitiendo que su curiosidad sea el vehículo que los guíe. Eventualmente, lograrás encontrar la mejor forma de encauzar su flujo de energía.

Haz que sea especial

Para lograr que el momento de meditar sea algo esperado por los chicos, es importante conseguir que sea especial y emocionante. Lo mejor es elegir un momento del día determinado y fijarlo, para que sepan siempre que a esa hora llega el momento de parar y conectarnos con nuestro mundo interior. Que sea un tiempo para pasar y compartir juntos.

También ayuda tener un lugar físico determinado. Diseña un área de la casa y agrega objetos que sean especiales; quizás un cojín muy cómodo, dibujos, pinturas; cualquier tipo de decoración que los ayude a conectarse física y emocionalmente con ese rincón.

Guíalo con el ejemplo y acompáñalo

Es importante que desarrolles tu propia práctica de meditación. La curiosidad de los niños naturalmente los llevará a querer saber qué estás haciendo, querrán acompañarte y, eventualmente, imitarte. Una vez generado un interés genuino, será más fácil guiarlos en el camino para que desarrollen su propia práctica meditativa, sin forzarlos ni obligarlos.

Por supuesto, también es vital que los acompañes a cada paso. Tu presencia y guía los ayudará a sentirse relajados y a salvo, y compartir un momento de introspección con tus hijos es una hermosa forma de conectar y afianzar su relación. Incluso puedes buscar tiempo para meditar en familia, juntando a todos los miembros en un clima de serenidad y paz.

Enfatiza la respiración

La respiración profunda es el punto de partida de los estados meditativos, ya que nos ayuda a anclarnos en el momento presente. El control de la respiración es de vital importancia para estabilizar nuestros flujos de energía, algo tan necesario para los niños que cada vez más sufren de ansiedad, estrés, etc.

Siéntate con el niño y dile que se concentre en cómo el aire entra y sale de su cuerpo. También puedes decirle que coloque su mano en su abdomen, sintiendo como sube y baja con cada inhalación y exhalación. Sincroniza tu respiración con la suya, así ambos estaréis conectados al presente y entre vosotros.

Prueba distintas técnicas

Todos los niños son distintos y, si bien para algunos la meditación es más difícil que para otros, encontrar la técnica o ejercicio adecuado puede suponer una gran diferencia.

· Utiliza un temporizador. Fijar un tiempo determinado es importante porque así los niños saben que el ejercicio terminará en determinado momento. Empieza poco a poco; unos tres minutos son ideales para introducirlos lentamente a la meditación. Puedes descargarte apps específicas, que acompañan el momento con música, cuencos tibetanos o sonido ambiental.

· Ya que mencionamos el sonido, las herramientas auditivas son excelentes para introducirlos en un estado de meditación. En las escuelas donde se está aplicando ya esta técnica, se utiliza un sonido determinado, como un gong o una campana, para que los niños sepan que ha llegado la hora de la meditación. Esto mismo es fácil de imitar en casa; selecciona un sonido determinado que les indique que ha llegado la hora de meditar.

· Una técnica muy efectiva consiste en pedirles que elijan a una persona que admiren, (puede ser un personaje, un deportista, un cantante, un miembro de la familia, etc.) y guiarlos en un ejercicio de visualización. Pídeles que describan en detalle su cara y que traten de mantenerla en su consciencia. Diles que cuando otro pensamiento venga a borrar esa imagen, traten de ignorarlo, para poder seguir “viendo” a esa persona. Este ejercicio ayuda a enfocar la concentración por un cierto período de tiempo.

· Si el niño es un poco mayor, puedes probar el desafío de los cinco minutos. Este ejercicio consiste en tomar cinco minutos de nuestro día para realizar todas nuestras acciones de forma 100% presente, registrando de lleno nuestros movimientos, sensaciones, emociones, y el entorno en el que habitamos. A medida que los niños van notando su lugar en el aquí y ahora, lo ideal es que puedan registrarlo, ya sea de forma mental o incluso en voz alta. Pueden describir su habitación, encontrando nuevos ángulos en objetos cotidianos, o empezar con afirmaciones del tipo “hoy me siento…”, y ahondar cada vez más profundo a medida que van soltándose al ejercicio.

· Busca (o inventa) ejercicios divertidos; estos suelen tener formato de cuentos, o asociaciones a distintos animales. También son útiles las metáforas. La del globo, por ejemplo, consiste en decirles que visualicen su abdomen como un globo que deben inflar al inhalar profundamente y, que al exhalar, se desinfla, dejando salir el aire con un pequeño sonido siseante.

 
Conclusión

La meditación para niños puede presentar un gran desafío. Sus grandes caudales de energía pueden parecen un impedimento para lograr un momento introspectivo y sereno, pero se trata simplemente de buscar la manera adecuada de encauzarla.

Meditar ayuda a los niños a conseguir las herramientas necesarias para lidiar con muchas situaciones de estrés, para confiar en si mismos, y comenzar a desenvolverse socialmente. Si tienes paciencia, conseguirás un hermoso momento de unión y comenzarás a notar resultados positivos.

Fuente: https://www.relajemos.com

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