Imagina que pudieras cambiar cualquier cosa de este planeta. ¿Cómo sería tu mundo si todo fuera posible? ¿Acabarías con el hambre en África? ¿Le pondrías fin a la matanza de ballenas? ¿Llevarías la paz a Oriente medio? Sea lo que sea que desees hacer, es algo que debes curar en tu interior, es decir, debes encarnar la paz, la curación, la abundancia, la armonía o cualquier otra cualidad que te gustaría experimentar en el mundo.
Digamos que quieres salvar las ballenas. Pues bien, no necesitas dejar tu trabajo, abandonar a tu familia, descuidar tus responsabilidades, subirte a un barco de Greenpeace e intentar detener una masacre de cetáceos. De hecho, si tu pasión se convierte en fanatismo, puede ser una señal de que tu intención no es realmente salvar a las ballenas, así que probablemente no tendrás mucho éxito en tu empeño. Te volverás arrogante y te negarás a considerar cualquier opción que no sea la de la victoria absoluta. Te cerrarás a las soluciones creativas, a los acuerdos y a las negociaciones, y llegarás a un callejón sin salida … mientras tanto, la matanza de ballenas continuará.

Pero cuando tu verdadera intención es curar la criatura herida que reside en tu interior, dejas de ver las maneras en que puedes ayudar a los que se encuentran en el exterior. Es mucho mejor abordar el problema de tu naturaleza herida. Líbrate de tu “Ahab interior”, que se ha convertido en un depredador obsesivo, y deja de “arponear” a los demás sólo porque sientes que te han dado caza y te han acorralado, y alguien debe ser castigado por ello. Siempre que tu pasión no esté sincronizada con tu eficiencia, comprueba si esa discrepancia es el resultado de tu necesidad de resolver una lucha interior, en lugar de proyectarla sobre el mundo. Cuando eres libre interiormente, el exterior también puede ser liberado.
El extremo opuesto al fanatismo, que echa sus raíces en la parte herida de nosotros mismos, es la apatía. En lugar de ver la oportunidad de cerrar nuestras heridas y abrirnos a la posibilidad de soñar algo nuevo, demasiada gente se siente abrumada y se da por vencida. La apatía reina hoy en día en el mundo porque demasiados de nosotros nos hemos quedado dormidos. Creo que esta apatía es un efecto secundario de la pesadilla colectiva que nos ha hecho cerrar los ojos, adormecernos e ignorar el sufrimiento de los demás —además de nuestra propia capacidad para hacer algo al respecto.
Nuestro trabajo consiste en cocrear la realidad, en sociedad con la divinidad. En la historia occidental de la creación, Dios terminó de crear el mundo al séptimo día, y todo lo que quedó por hacer fue nombrar a las plantas y a los animales. En la historia de la creación de los laikas, en el séptimo día el Gran Espíritu les dijo a los humanos: «He creado los planetas, las estrellas, la mariposa, el águila y la ballena. Realmente, son cosas hermosas. Ahora, termínalas tú». Para los laikas, la creación no está completa: no debemos ser sólo los custodios de la vida, sino que también debemos terminar el proceso de la creación. Soñar el mundo y hacerlo realidad no es sólo un don, es una llamada y una responsabilidad. Si nosotros no atendemos esa llamada, ¿quién lo hará?
Alberto Villoldo. Las Cuatro Revelaciones.