Cuando somos capaces de mirar todo lo que sucede con ánimo de aprovecharlo para conseguir lo que queremos, sea positivo o negativo, influimos de forma determinante en nuestras vidas.
No, no voy a reforzar esa idea, algo incómoda ya, de que todo lo que le pasa en la vida depende de usted. No quiero aumentar la pesada responsabilidad individual con frases como que cada cual se labra su propio destino. Tampoco quiero escribir sobre los efectos pseudomágicos del pensamiento positivo o la resiliencia, aunque sean dos poderosos motores de nuestra actitud. Lo que me gustaría hoy es que reflexionemos usted y yo, así en la intimidad de la lectura, cómo puede influir la inteligencia emocional en su destino.
Se ha escrito tanto sobre cómo ser feliz, cómo atraer la suerte o cómo conseguir que suceda lo que queremos, que ya me he encontrado muchas personas que rechazan estas ideas porque sienten el peso de su propia responsabilidad en la ingente tarea de vivir. Es especialmente habitual en quienes, por las razones que sean, andan librando batallas internas de las que no ven salida. Y claro, en los tiempos que corren decirle a alguien que lo pasa mal que es culpa suya, no cuela. O que ella misma o él mismo es quien tiene la llave para salir, mucho menos.