Hablar con la familia y amigos vía WhatsApp, hacer yoga o deporte vía Zoom, asistir a clase por videoconferencia… Todo el día pegados a la cámara y, no obstante, más solos que nunca.

¿Qué fue de los abrazos y los besos, y de darse la mano al andar? El confinamiento y el distanciamiento nos han recordado que el contacto físico no es un lujo que podamos sustituir con tecnología, sino una necesidad básica del ser humano.