Savitri: Libro VII: El libro del yoga. Canto VII: El Descubrimiento del Espíritu Cósmico y de la Consciencia Cósmica – 551

551

En el pequeño eremitorio del corazón del bosque, 
bajo la luz del sol y bajo la luz de la luna y en la oscuridad 
la vida diaria del hombre transcurría lentamente 
como de costumbre con sus menudos invariables trabajos 
y su abundante entramado externo de rutina 
y su feliz quietud de ascética paz. 
 
Sonreía la ancestral belleza de la escena terrestre; 
también ella* seguía siendo la misma de siempre para los hombres. 
 
La Anciana Madre* estrechaba a su niña contra su pecho 
estrujándola con sus acogedores brazos, 
como si la tierra por siempre la misma pudiera guardar para siempre 
el vivo espíritu y cuerpo en su abrazo, 
como si la muerte no llegara allí ni el fin ni el cambio. 
 
Acostumbrados sólo a leer los signos externos 
nadie veía nada nuevo en ella, nadie adivinaba su* estado; 
seguían viendo a la persona donde sólo había vastedad de Dios, 
un ser calmo o una poderosa nada. 
 
Para todos era la misma perfecta Savitri: 
grandeza y dulzura y luz 
que rebosaban sobre su pequeño mundo. 
 
La vida mostraba a todos la misma faz familiar, 
sus* actos seguían la vieja inalterada ronda, 
pronunciaba las palabras que acostumbraba pronunciar 
y hacía las cosas que siempre había hecho. 
 

Notas: 
ella: Savitri 
la Anciana Madre: la Tierra 
su estado: el estado de Nirvana que acompañaba a Savitri (Véase nota sobre “ingenio” en este fragmento anterior
sus actos: de Savitri 

***
Cartas sobre este tema dirigidas por Sri Aurobindo a discípulos pueden leerse en la página dedica al poema Nirvana.

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