Savitri: Libro VII: El Libro del Yoga. Canto III: La Entrada en los Espacios Interiores – 494b

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Todo esto discurría por ella y parecía a la visión de su mirada
como si alrededor de una elevada y silenciosa isla
un clamor de aguas desde lejanas colinas desconocidas
engullera sus estrechas orillas en tumultuosas olas
y formara un ávido mundo de blanca espuma furiosa:
presuroso, dragón de un millón de pies,
su efervescencia y su grito el del fragor de un gigante embriagado,
agitando una cabellera de Oscuridad en el cielo de Dios,
refluía retrocediendo al interior de un distante bramido.

Luego sonrió de nuevo un aire amplio y tranquilo:
azul cielo, verde tierra, pareja del reino de la Belleza,
vivían como de antiguo, compañeros de felicidad;
y en el corazón del mundo reía la alegría de la vida.

Ahora todo recobraba su silencio, el suelo lucía ardiente y puro.

Ella permanecía quieta, sin sumergirse en el vano oleaje.

De la vastedad del silencioso yo
se alejaba el clamor de la Vida; su espíritu quedó silente y libre.

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© “Savitri de Sri Aurobindo”