Tras forzar la entrada en el subconsciente, Savitri recorre una serie de planos previos al encuentro con su alma. Tras su paso por los planos del sentido y de la vida, se adentra ahora en los planos de la mente.
Entonces desplazándose a través del amplio silencio del yo
llegó al interior de un brillante ordenado Espacio.
Allí la Vida moraba acomodada en segura tranquilidad;
puesta una cadena sobre su vigoroso insurgente corazón.
Domeñada a la modestia de un paso mesurado,
ya no conservaba su vehemente ímpetu y zancada;
había perdido la despreocupada majestad de su musa
y la amplia grandeza de su fuerza regia;
refrenadas estaban las pompas de su poderío, su espléndido derroche,
serenadas las orgías de su juego de bacante*,
truncados estaban sus despilfarros en el bazar del deseo,
coercida su despótica voluntad, su danza de fantasía,
una fría estolidez amarraba el desorden del sentido.
Una realeza sin libertad era su asignación;
la soberana [Vida] en su trono obedecía a sus ministros:
sus sirvientes mente y sentido gobernaban su casa:
delineaban con líneas rígidas los límites de su espíritu
y defendiendo con una falange de normas armadas
el equilibrado reino de la razón, mantenían el orden y la paz.
Su voluntad [Vida] vivía encerrada en adamantinos muros de ley,
coercida era su fuerza por cadenas que aparentaban adornar,
la imaginación prisionera en un fuerte,
su libertina y licenciosa favorita;
el equilibrio de la realidad y la simetría de la razón
estaban colocados en su lugar vigilados por ordenados hechos,
al alma daban por trono el sitial de un Tribunal,
por reino un pequeño mundo de norma y línea:
la sabiduría de las edades, apergaminada en líneas de copista,
encogía pautada en la planilla de copia de un libro.
La todopoderosa libertad del Espíritu no estaba aquí:
una mente escolástica se había apoderado del amplio espacio de la vida,
pero elegido vivir en desnudas y míseras habitaciones
situadas fuera del peligro de un universo demasiado vasto,
por temor a perder su alma en el infinito.
Incluso el amplio panorama de la Idea estaba cercenado
dentro de un sistema, encadenado a rígidos pilares de pensamiento
o remachado al sólido suelo de la Materia:
si no el alma se hubiera perdido en sus propias alturas:
obedeciendo la altiva ley del Ideal
el pensamiento hubiera fundamentado un trono en aire insustancial
desdeñando la plana trivialidad de la tierra:
hubiera dejado fuera la realidad para vivir en sus sueños.
O todo discurría dentro de un sistematizado universo:
el imperio de la Vida era un administrado continente,
sus pensamientos una armada ordenada y disciplinada;
uniformados guardaban la lógica de su asignada plaza
a las órdenes de la entrenada mente centurión.
O cada uno avanzaba preciso en su puesto como una estrella
o marchaba a través de fijos y constelados cielos
o conservaba su rango feudal entre sus pares
en la inmutable jerarquía cósmica del cielo.
O cual doncella de alta cuna de castos ojos
que prohibida de caminar sin velo por las vías públicas,
debe moverse en recluidas cámaras aisladas,
su sentimiento vivir en claustros o en sendas ajardinadas.
Notas:
bacantes: Mujeres griegas adoradoras y seguidoras del dios Baco, quienes llevaban a cabo ceremonias secretas de contenido erótico relacionadas con la fertilidad. Interpretando danzas que las llevaban al paroxismo y a la entrega emocional y física al dios Dionisio o Baco. Asociadas a la idea de desenfreno, delirio, exaltación, frenesí, excitación etc.
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© “Savitri de Sri Aurobindo”