Savitri continúa su paso por el plano de la mente razonadora al que ella va a oponer la profunda visión liberadora, la … voz interior del corazón.
Mas al excesivamente satisfecho y confiado sabio
Savitri replicó arrojando dentro de su mundo
la profunda visión liberadora, la interrogante voz interior del corazón:
pues aquí el corazón no hablaba, sólo la clara luz
del intelecto reinaba aquí, limitante, fría, precisa.
“Felices quienes en este caos de cosas,
este ir y venir de los pasos del Tiempo,
pueden encontrar la única Verdad, la eterna Ley:
exentos viven de esperanza y duda y miedo.
Felices son los hombres anclados en una creencia fija
en este incierto y ambiguo mundo,
o quien ha plantado en el rico suelo de la tierra
un pequeño grano de certeza espiritual.
Aún más felices quienes permanecen en su fe como en una roca.
Pero yo debo seguir dejando atrás la terminada búsqueda,
la estable Verdad devenida firme, inmutable
y este armónico edificio de la realidad del mundo,
este ordenado conocimiento de las cosas aparentes.
No puedo quedarme aquí, pues voy en busca de mi alma.”
Nadie contestó en este brillante mundo acontentado,
o únicamente se volvían de su camino habitual
estupefactos al escuchar cuestionamientos en ese aire
o pensamientos que pudieran todavía dirigirse al Más Allá.
Pero algunos murmuraban, transeúntes desde esferas colindantes:
cada uno juzgando con su credo el pensamiento que ella había expresado.
“¿Pues quién es ésta que no sabe que el alma
es una minúscula glándula o un defecto de secreción
inquietando el sano gobierno de la mente,
perturbando la función del cerebro,
o un anhelo alojado en la casa mortal de la Naturaleza
o un sueño murmurado en la caverna de pensamiento sin fondo del hombre
que quisiera prolongar su breve desdichada etapa
o aferrarse a la vida en un mar de muerte?”
Pero otros, “No, es su espíritu lo que busca.
Una espléndida sombra del nombre de Dios,
amorfo lustre del reino del Ideal,
el Espíritu es el Sagrado Fantasma de la Mente;
mas nadie ha tocado sus miembros o visto su faz.
Cada alma es el Hijo crucificado del gran Padre,
la Mente es el único padre de esta alma, su causa consciente,
la base sobre la cual temblequea una breve luz pasajera,
la Mente, única creadora del mundo aparente.
Todo cuanto hay aquí es parte de nuestro propio yo;
nuestras mentes han fabricado el mundo en el cual vivimos.”
Otros con místicos e insatisfechos ojos
añorantes de su muerta creencia y lamentando su muerte,
“¿pero queda alguien que busque el Más Allá?
¿Todavía puede encontrarse el camino, abrirse la puerta?”
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© “Savitri de Sri Aurobindo”