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Cesó, y desde abajo como un eco
respondiendo a su divina queja emocionada
una voz airada la sustituyó con grave cantinela,
un bramido de trueno o el rugido de una bestia furiosa,
la bestia que agazapada gruñe en las profundidades del hombre, —
voz de un torturado Titán que una vez fuera Dios.
“Yo soy el Hombre del Dolor, yo soy
el que está clavado en la inmensa cruz del universo;
para disfrutar de mi agonía creó Dios la tierra,
de mi pasión ha hecho el tema de su trama.
Él me ha enviado desvalido a este mundo amargo
y me ha golpeado con sus varas de aflicción y de dolor
para que grite y me arrastre a sus pies
y le ofrezca la oblación de mi sangre y de mis lágrimas.
Yo soy Prometeo bajo el pico del buitre,
descubridor para el hombre del inextinguible fuego,
en la misma llama que él prendió ardiendo como una polilla;
soy el buscador que jamás puede encontrar,
soy el guerrero que jamás puede vencer,
soy el atleta que nunca alcanzó su meta:
el infierno me tortura con el filo de mis pensamientos,
el cielo me tortura con el esplendor de mis sueños.
¿Qué provecho obtengo yo de mi nacimiento animal;
qué provecho obtengo yo de mi alma humana?
Como el animal trabajo, como el animal muero.
Yo soy el hombre rebelde, el hombre siervo desvalido;
el destino y los demás hombres me estafan con mi salario.
Yo aflojo con mi sangre el dogal de mi esclavitud
y sacudo de mi dolorido cuello las rodillas del opresor
sólo para que nuevos tiranos se sienten sobre mi espalda:
mis maestros me aleccionaron en la esclavitud,
el sello de Dios y mi propia firma me han sido mostrados
sobre el triste contrato de mi destino.
He amado, pero en toda mi vida nadie me ha querido;
el fruto de mis trabajos es entregado a otras manos.
Todo cuanto me ha sido dejado son mis pensamientos de mal,
mi sórdida lucha contra Dios y contra el hombre,
la envidia de las riquezas que no puedo conseguir,
el aborrecimiento de una felicidad que no es la mía.
Sé que mi destino será por siempre el mismo,
es el trabajo de mi naturaleza que no puede cambiar:
he amado para mí, no por aprecio del amado,
he vivido para mí y no para las vidas de los demás.
Cada uno en sí mismo está solo por ley de la Naturaleza.
Así ha construido Dios su severo y terrible mundo,
así ha construido el insignificante corazón del hombre.
Sólo mediante la fuerza y la astucia el hombre puede sobrevivir:
pues la compasión resulta debilidad en su pecho,
su bondad laxitud en sus nervios,
su afabilidad una inversión a recuperar,
su altruismo la otra faz del ego:
al mundo sirve para poder servirse del mundo.
Si alguna vez la fuerza del Titán despertara en mí,
si Enceladus desde el Etna pudiera surgir,
reinaría yo entonces como señor del mundo
y disfrutaría como un dios de los gozos y dolores del hombre.
Pero Dios me ha privado de mi Fuerza de antaño.
Hay un desvaído asentimiento en mi aletargado corazón,
una vehemente satisfacción de mis particulares dolores
como si me elevaran por encima de mi especie;
sólo por el sufrimiento puedo sobresalir.
Yo soy la víctima de adversidades titánicas,
yo soy el agente de acciones demoníacas;
fui creado para el mal, el mal es mi asignación;
el mal debo ser y para el mal vivir;
ninguna otra cosa puedo hacer sino ser yo mismo;
lo que la Naturaleza hizo de mí, eso debo permanecer.
Yo sufro y me esfuerzo y sollozo; yo gimo y odio.”
El esquema global del presente canto puede verse en este enlace.
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© “Savitri de Sri Aurobindo”