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Y Savitri escuchó la voz, la deformada respuesta escuchó
y dirigiéndose a su ser de luz habló:
“Señora de luz, Madre de gozo y de paz,
tú eres una parte de mí emanada
para elevar el espíritu a sus olvidadas alturas
y despertar el alma mediante toques de los cielos.
Porque tú eres, el alma se aproxima a Dios;
porque tú eres, el amor crece en despecho del odio
el conocimiento camina vivo en lo profundo de la Noche.
Mas no mediante la dorada lluvia que desciende del cielo
sobre el duro y rocoso suelo del intelecto
puede el árbol del Paraíso florecer en el plano de la tierra
y el Ave del Paraíso posarse sobre las ramas de la vida
y los vientos del Paraíso visitar el aire mortal.
Incluso si tú mandas la lluvia de rayos de la intuición,
la mente del hombre la creerá resplandor propio de la tierra,
su espíritu por el ego espiritual declinará,
o su alma se soñará encerrada en la brillante celda de la santidad
en donde sólo una luminosa sombra de Dios puede llegar.
Su avidez por lo eterno tú debes alimentar
y colmar su anhelante corazón con fuego celestial
y traer a Dios aquí abajo dentro de su cuerpo y de su vida.
Un día regresaré, Su mano en la mía,
y tú contemplarás la faz de lo Absoluto.
Entonces el sagrado matrimonio será consumado,
entonces la divina familia habrá nacido.
En todos los mundos habrá luz y paz.”
FIN DEL CANTO CUATRO
El esquema global del presente canto puede verse en este enlace.
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© “Savitri de Sri Aurobindo”