523b
Un maravilloso crepúsculo acogedor salió al encuentro de sus ojos
y una sagrada quietud abrazó ese silente espacio*.
Una espantosa penumbra envolvía las grandes puertas de roca
excavadas en la masiva piedra del trance de la Materia.
Dos áureas serpientes enroscadas en el dintel,
envolviéndolo con su pura y terrible energía,
vigilaban con profunda sabiduría y ojos luminosos.
Un águila lo cubría con extendidas alas de conquista:
llamas de absorta ensoñación inmóvil,
multitud de palomas ocupaban las grises cornisas contemplativas
cual esculpidas poses de paz de blanco pecho.
A través del sueño del umbral pasó al interior
y se encontró a sí misma en medio de grandes figuras de dioses
conscientes en piedra y vivas sin aliento,
observando con fija mirada el alma del hombre,
formas ejecutivas del cósmico yo,
símbolos-del-mundo de inmutable potencia.
Desde los muros cubiertos de imágenes significativas
la contemplaban representaciones de la vida de hombre y de bestia
y del alto significado de la vida de los dioses,
del poder y la necesidad de estos innumerables mundos,
y rostros de seres y retazos de espacio cósmico
daban expresión al sucinto e inagotable
hierático mensaje de los planos ascendentes.
En su inmensidad representativa del infinito
eran* la extensión del yo de Dios
y acogían, recibiéndolo todo impasiblemente,
sus* figuras y sus pequeños y poderosos actos
y su pasión y su nacimiento y vida y muerte
y su regreso a la inmortalidad.
Hacia lo perdurable y eterno es su* ascenso,
hacia la pura existencia en todas partes la misma,
hacia la total consciencia y fuerza absoluta
y la inimaginable y amorfa bienaventuranza,
hacia el regocijo en el Tiempo y el eterno misterio
del ser triuno que es todo y uno
y sin embargo ninguno es excepto él mismo solo.
Allí no había paso de hombres vivos, ni sonido,
sólo la viva proximidad del alma.
Mas todos los mundos y Dios mismo estaban allí,
pues cada símbolo era una realidad
y aportaba la presencia que le había dado vida.
Todo esto vio ella e íntimamente sintió y conoció
no mediante algún pensamiento de la mente sino mediante el yo.
Notas:
ese silente espacio: la morada de su alma secreta (véanse últimos verso de 523)
eran la extensión: los planos ascendentes.
sus figuras: de Dios. El resto de pronombres posesivos de estas tres líneas –“sus”, “su”, pueden entenderse bien referidos a Dios, bien a las figuras de Dios, con similar significado.
su ascenso: de los planos ascendentes.
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© “Savitri de Sri Aurobindo”