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Tras todo ello reinaba su* soberana alma inmortal:
apartando de sí su velo de Ignorancia,
unida a dioses y cósmicos seres y poderes
construía la armonía de su estado humano;
rendida en las manos de la gran Madre del Mundo
sólo obedecía su único supremo comando
en el enigma del mundo de lo Inconsciente.
Un alma secreta detrás soportándolo todo
señora y testigo de nuestra ignorante vida,
acepta la apariencia de Persona y el papel que la Naturaleza le asigna.
Mas una vez que las ocultas puertas son retiradas
entonces el velado rey* avanza al frente de la Naturaleza;
una Luz desciende a la Ignorancia,
su opresivo nudo doloroso afloja su presa:
la mente se convierte en instrumento sumiso
y la vida en matiz y expresión del alma.
Todo crece felizmente hacia el conocimiento y hacia el gozo.
Una divina Potencia toma entonces el lugar de la Naturaleza
e impulsa los movimientos de nuestro cuerpo y nuestra mente;
dueña de nuestras apasionadas esperanzas y sueños,
querida déspota de nuestros pensamientos y actos,
hace fluir en nosotros con su fuerza ilimitada,
en miembros mortales el rapto y el poder de lo Inmortal.
Una ley interior de belleza modela nuestras vidas;
nuestras palabras se convierten en lenguaje natural de la Verdad,
cada pensamiento es una onda en un mar de Luz.
Entonces pecado y virtud abandonan los catálogos cósmicos;
dejan de forcejear en nuestros liberados corazones:
nuestros actos armonizan con el simple bien natural de Dios
o sirven a la norma de un Derecho celestial.
Todos los comportamientos desagradables, malvados y falsos
abandonan sus puestos en furioso desorden
y van a esconder su vergüenza en la oscuridad del subconsciente.
Entonces eleva la mente un grito de victoria:
“Oh alma, alma mía, hemos creado el Cielo,
en el interior hemos fundado aquí el reino de Dios,
sus fortalezas construido en un mundo conspicuamente* ignorante.
Nuestra vida está afianzada entre dos ríos de Luz,
hemos transformado el espacio en un abismo de paz
y convertido el cuerpo en Capitolio de gozo.
¿Qué más, qué más, si algo más debe ser hecho?”
En el lento proceso del espíritu que evoluciona,
en el breve estadio entre una muerte y un nacimiento
una primera fase de perfección es por fin alcanzada:
de la madera y la piedra sustancia de nuestra naturaleza
se ha dado forma a un templo en donde los altos dioses pueden vivir.
Incluso si el esforzado mundo es dejado fuera
la perfección de un hombre todavía puede salvar al mundo.
Ha sido ganada una nueva proximidad a los cielos,
unos primeros esponsales de la Tierra y el Cielo,
un amplio concordato entre la Verdad y la Vida:
un campamento de Dios ha sido asentado en el tiempo humano.
Notas:
su soberana alma inmortal: de Savitri.
el velado rey: el Alma en el Tiempo o “ser psíquico”.
conspicuamente: notablemente, visiblemente.
FIN DEL CANTO CINCO
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© “Savitri de Sri Aurobindo”