Mukunda Lal Ghosh nació el 5 de enero de 1893 y fue el cuarto hijo y el segundo varón de una familia de ocho hermanos. Tanto su padre como su madre eran bengalíes y pertenecían a la casta de los Kshalriyas (casta de lo guerreros y gobernantes, la segunda en el sistema tradicional de castas de la India). Su padre era un hombre amable, serio y, en ocasiones, adusto, que durante los primeros años educó a sus hijos con una disciplina estricta. Su madre era una mujer amorosa y con esta energía crió a sus hijos; a su lado aprendió Yogananda las lecciones sobre las escrituras: Mahabharata y Ramayana.

Yogananda manifestó desde niño una gran afición por los viajes. El que su padre ostentara un alto cargo en los ferrocarriles, le permitió visitar muchas ciudades y lugares de peregrinaje. A los doce años visitó Benarés y conoció a Swami Pranabananda, quien ya le predijo que su vida pertenecía al sendero de la renunciación y del yoga.

Tras una huida a los Himalayas en compañía de un amigo, su padre contrató a un instructor de sánscrito, creyendo que al recibir instrucciones de un filósofo erudito podría calmar los anhelos religiosos de su hijo. Aunque ese sabio instructor, Swami Kebalananda, aún atizó más las ascuas de su anhelo en Dios.

Su instructor era una notable autoridad en los antiguos “shastras” (libros sagrados). Sin embargo, la educación en sánscrito de Yogananda fue casi nula y con su instructor pasaba el tiempo hablando de yoga y recibiendo consejos suyos: Mi maestro Lahiri Mahasaya -contaba Kebalananda- no aconsejaba jamás entregarse a una fe esclavizadora. “Las palabras no son más que cáscaras”, decía. “Ganad la convicción de la presencia Divina a través de vuestro propio contacto gozoso con Él en la meditación”. No importa cuál fuera el problema del discípulo, el gurú aconsejaba la práctica de Kriya yoga para su solución.

ENCUENTRO CON SU MAESTRO SRI YUKTESWAR

Cuando Yogananda obtuvo su diploma en la escuela secundaria, cumpliendo así los deseos de su padre, decidió adherirse a una ermita Mahamandal que estaba en Benarés y recibir su disciplina espiritual. Uno de los días en el ashram, acosado por una angustiosa desesperación espiritual, según relata en su autobiografía, entró en su buhardilla de meditación resuelto a orar hasta que obtuviera contestación a sus ruegos: “Misericordiosa Madre del Universo, instrúyeme Tú misma a través de revelaciones, o por intermedio de un gurú enviado por Ti”. Repentinamente se sintió como corporalmente elevado hacia una esfera mental ilimitada: “Tu maestro vendrá hoy…”. Una divina voz femenina pronunció esas palabras, que llegaron hacia él de todas y de ninguna parte.

Esta hermosa y suprema experiencia fue rota por un grito que llegó hacia Yogananda de un lugar bien localizado y definido. Un joven clérigo, apodado Habu, le llamaba desde la cocina”. “Mukunda, ya basta de meditación, se te necesita para un mandado”. El encargo consistía en efectuar algunas compras en los bazares de Benarés. Junto con Habu terminó pronto el recado y al pasar frente a una callejuela vio en ella a un hombre vestido con la túnica ocre de los swamis. Su aspecto le pareció arcaicamente familiar. “El santo está atrayéndome magnéticamente”, dijo. Con una breve mirada descubrió la callada figura del santo, que miraba fijamente en su dirección. Unos pasos más y estaba a sus pies.

“Gurudeva!”, exclamó Mukunda. Su divina faz no era otra que la que había visto en millares de visiones, revelando una promesa que él había entendido completamente. “¡Hijo mío, por fin has venido a mí!”. Su gurú profería esta frase una y otra vez en lengua bengalí, con voz trémula de gozo: “[Cuantos años, te he estado esperando!”. “¡Te daré mi ermita y todo cuanto poseo!”. “Te doy mi amor incondicional”, esas fueron algunas de sus palabras. “¿Me darás tú el mismo incondicional amor?”, le preguntó: “Te amaré eternamente, Gurudeva”. Su ermita principal estaba en Serampore, a sólo doce millas de Calcuta, donde residían los familiares de Yogananda. Mukunda pasaría diez años de su vida en esa ermita junto al “Gñanavatar” de la India: la encarnación de la sabiduría.

La primera instrucción que su Maestro le dio fue regresar junto con su familia e ingresar en la universidad de Calcuta; éstas eran sus razones: “Algún día irás a Occidente. Allí se prestará más atención a la antigua sabiduría de la India, si el extraño instructor hindú posee un grado universitario”.

Sri Yukteswar dirigía el estudio de sus discípulos haciéndoles enfocar con intensidad la mente en un solo punto a la vez. “La sabiduría no se asimila con los ojos, sino con los átomos”, decía. “Cuando la convicción de una verdad no esté únicamente en tu cerebro, sino en todo tu ser, entonces quizás podrás dar testimonio de su significado”. “Desentiéndete de los símbolos externos de la renunciación, los cuales podrían perjudicarte al producir en ti un falso orgullo. Lo único que importa, en realidad, es que estés progresando espiritualmente cada día, en forma constante; para lograrlo, Kriya yoga es el método”.

KRIYA YOGA

El Kriya yoga es un sistema que siempre se ha enseñado directamente de gurú a discípulo. La palabra sánscrita Kriya significa “acción” o “movimiento”. Así Kriya yoga significa: “unión (yoga) con el Infinito por medio de cierta acción o rito”. El Kriya yoga se llama así porque es un sistema en el cual uno, intencionadamente, rota la atención en trayectos fijos. Este movimiento de conciencia se hace controladamente. También se llama Kriya yoga porque se moviliza el cuerpo con mudras específicos, bandhas y asanas, de acuerdo con un esquema fijo de práctica.

La palabra kriya se traduce a menudo como “práctico”. Ésta es desde luego una buena definición porque el kriya yoga lo es. Sólo le concierne la práctica, sin ninguna especulación filosófica. El sistema está diseñado para obtener resultados, no para hablar sobre ellos.

A veces la palabra kriya se traduce también como “preliminar”. Es también una buena definición, porque kriya yoga es una práctica preliminar que lleva primero a dharana y después al estado trascendental de dhyana (meditación) y yoga (unión). Es una técnica diseñada para transportar a ese estado del ser que está más allá de toda técnica.

Es un método psicofisiológico por medio del cual la sangre humana se libera del anhídrido carbónico y recibe una cantidad suplementaria de oxígeno. Los átomos de este oxígeno adicional son transmutados en energía vital, rejuveneciendo el cerebro y los centros de la médula espinal. Suspendiendo la acumulación de sangre venosa, el yogui puede conseguir aminorar o prevenir el desgaste de los tejidos. El yogui ya experimentado transmuta sus células en energía pura.

No existe historia del Kriya yoga. Es un sistema que ha permanecido tan secreto que no existe ni siquiera un mito para explicar su origen. Se dice que fue reintroducido por el yogui Babaji en la presente kali yuga (era oscura), como la práctica ideal para buscadores de sabiduría sinceros. Lahiri Mahasaya la recibió de Babaji, su gurú, quien le dijo: “El Kriya yoga que en este siglo XIX estoy ofreciendo al mundo a través tuyo, es una resurrección de la misma ciencia que Krishna dio a Arjuna hace miles de años, y que fue conocida posteriormente por Patanjali “.

Krishna, en una estrofa de la Bhagavad Gita, dice del Kriya yoga: “Ofreciendo el aliento inhalado en aquel aliento que se exhala y ofreciendo el aliento que se exhala en aquél que se inhala, el yogui neutraliza estos alientos; de este modo libera el prana del corazón, y pone la energía vital bajo su control” (Bhagavad Gita, IV-29).

Otra estrofa de la Gita dice: “El hombre adiestrado en la meditación llega a ser eternamente libre cuando, al buscar la Suprema Meta, logra retirarse de las distracciones externas fijando su mirada en el interior, a nivel del punto medio del entrecejo, logrando neutralizar así las corrientes de prana y apana que fluyen en la nariz y los pulmones, controlar su mente sensoria y su intelecto, y desterrar de sí el deseo, el temor y la ira”.

El Kriya yoga es mencionado dos veces por el antiguo sabio Patanjali, quien escribió: “Kriya yoga consiste en la disciplina física, el control mental y en meditar en Om”. Por segunda vez se refiere al control de la energía vital, o técnica de Kriya, de esta manera: “La liberación puede ser obtenida por medio del pranayama, disociando el curso de la inspiración y la espiración .”

Sri Yukteswar, maestro de Yogananda solía decir: “Kriya yoga es un instrumento por medio del cual la evolución humana puede ser acelerada. El Kriya yogui dirige mentalmente su energía vital, haciéndola ascender y descender alrededor de los seis centros espinales (medular, cervical, dorsal, lumbar, sacral y coxígeo), que corresponden a los doce signos del Zodíaco, el Hombre Cósmico simbólico. Con medio minuto que la energía revolucione alrededor del sensitivo cordón de la espina dorsal, se efectúan sutiles cambios en la evolución del practicante.

Yogananda menciona a menudo en su autobiografía el Kriya yoga, pero no es frecuente que descienda a describir su práctica. Éstos son algunos de sus comentarios:

“Una vez que por medio del Kriya yoga la mente ha sido purificada de los obstáculos sensorios, la meditación proporciona una doble prueba de Dios. La eterna alegría es una evidencia de Su existencia, que nos penetra hasta los átomos. Y también en la meditación uno encuentra Su guía instantánea, Su adecuada respuesta a cualquier dificultad ” .

“La Técnica de Kriya yoga calma el tumulto dualístico, despertando una divina certeza interna”.

Yoga es un método que enseña a calmar la turbulencia natural de los pensamientos, los que de otra manera impiden al hombre atisbar la naturaleza de su propio ser o Espíritu”. “Es el método perfecto y apropiado para fundir mente y cuerpo, integrándolos en una unidad incuestionable. Esta unidad crea una disposición psicológica que hace posible experimentar intuiciones que trascienden la conciencia ordinaria”.

“El Kriya yogui va más allá de toda ilusión, hasta descubrir su verdadero ser. Todas las Escrituras establecen que el ser humano no es un cuerpo corruptible, sino un alma viviente, y Kriya le ofrece el medio para que compruebe esta verdad de las Escrituras”.

“En quienes se encuentran sujetos al dominio de maya o de las leyes naturales, la energía vital fluye hacia el mundo exterior, y las corrientes vitales son disipadas y malgastadas a través de los sentidos. La práctica de la técnica de Kriya invierte el flujo de la fuerza vital, que al ser canalizada por la mente hacia el cosmos interior, se reúne con las energías espinales sutiles, renovando las células del cuerpo y cerebro del yogui con el elixir espiritual aportado por este reforzamiento de la energía vital”.

Kriya controla la mente en forma directa -a través de su efecto sobre la energía vital- y constituye por tanto la más fácil, efectiva y científica vía hacia el Infinito. Puede ser llamada con justicia la «vía aérea» hacia Dios”.

FUNDACIÓN DE UNA ESCUELA DE YOGA EN RANCHI

El ideal de una apropiada educación de la juventud siempre había estado en el corazón de Yogananda. Había presenciado los áridos resultados de una instrucción ordinaria, orientada sólo al desarrollo del cuerpo y del intelecto. Decidió fundar una escuela en donde los niños pudieran desarrollar su pleno potencial humano. La escuela se llamó Yogoda Satsanga Brahmacharya Vidyalaya.

En Ranchi organizó un programa que incluía tanto educación primaria como secundaria, comprendiendo además materias agrícolas, industriales, de comercio y temas académicos. A los estudiantes se les enseñaba la concentración, yoga y meditación, y un sistema especial de desarrollo físico, el Yogoda. El propósito esencial de la escuela era la iniciación en Kriya Yoga. Los muchachos practicaban diariamente sus ejercicios espirituales, cantaban el Gita y se les enseñaba, por medio del precepto y el ejemplo, las virtudes de la sencillez, la abnegación, el honor y la verdad.

Esta escuela creció desde una pequeña y sencilla institución a un gran organización conocida en Bihar y en Bengala, surgiendo además escuelas filiales en otros puntos de la geografía india. La sede central de Ranchi mantiene un departamento médico, en el que tanto las medicinas como los servicios y cuidados son suministrados sin costo alguno a los pobres de la localidad.

YOGANANDA VIAJA A OCCIDENTE

Invitado como delegado a un Congreso Internacional de Religiones Liberales en América, auspiciado por la Asociación Americana Unitaria, partió siendo consciente de que cerraba una etapa de su vida. En dicho Congreso ofreció, en fluido inglés y con una convincente oratoria, una disertación de carácter filosófico sobre la Ciencia de la Religión: “La Religión -declaró- es universal y es una sola. No es posible que podamos universalizar costumbres y convicciones particulares, pero el elemento común de la religión puede ser universalizado y consecuentemente ser seguido y practicado por todos”.

A finales de 1925 ya tenía establecida una sede central americana, sede de Self-Realization Fellowship, en Los Angeles, California. Impartió conferencias y dirigió la palabra a cientos de clubes, colegios y una amplia diversidad de grupos de todas las denominaciones. Miles de americanos asistieron a sus clases de yoga en la década de 1920-1930.

En 1936 se encontraba en Londres cumpliendo compromisos adquiridos en este país, del cual decía que era receptivo al imperecedero mensaje del yoga. Las conferencias pronunciadas atraían a gran cantidad de público; las clases de yoga crecieron en esa época tanto que tuvieron que trasladarse a un local más amplio. Tras su partida, los estudiantes de yoga londinenses se organizaron estableciendo un Centro de Self-Realization Fellowship y manteniendo sus reuniones regulares de meditación cada semana, durante los años aciagos de la guerra.

En el estado de California, varios nuevos templos de su organización iniciaron sus actividades en la década de 1940: La “Iglesia de Todas las Religiones”, en Hollywood, construida por los miembros de S.R.E. y consagrada en 1942; un templo en San Diego, en 1943, y otro en Long Beach, en 1947. Dos años más tarde, en 1949, una propiedad hermosa, situada en el distrito de Pacific Palisades, en Los Angeles, fue donada a Self-Realization Fellowship, dándosele el nombre de “Santuario del lago”. En 1950 se construyó un monumento a la paz mundial, dedicado a la memoria de Mahatma Gandhi.

Yogananda fue prolífico en obras escritas: “Susurros de la Madre Eterna, Máximas de Yogananda, Meditaciones Metafísicas“, “Afirmaciones Científicas para la Curación “, “La Ley del Éxito“, “La Ciencia de la Religión“, son algunas de sus publicaciones. Además tradujo textos sagrados de la India como la Bhagavad Gita, del que resaltó la única técnica que este texto menciona, la misma que Babaji denominara simplemente Kriya Yoga) (Bhagavad Gita IV: 29 y V: 27-28).

MAHASAMADHI (Abandono definitivo del cuerpo realizado en forma consciente por un yogui).

Yogananda accedió a su mahasamadhi, el 7 de marzo de 1952, después de haber concluido su discurso en un banquete ofrecido en honor del embajador de la India.

Su memoria sigue presente en la actualidad a través de los Centros que él fundó tanto en América como en India. Las metas e ideales que estas organizaciones plantean siguiendo las directrices de su fundador Paramahansa Yogananda son entre otros: divulgar entre todas las naciones el conocimiento de técnicas científicas definidas, a través de cuya aplicación el ser humano puede comulgar en forma personal y directa con Dios; enseñar a la humanidad que el propósito de la existencia consiste en expandir nuestras limitadas conciencias mortales a través del esfuerzo personal, hasta identificarlas con la Conciencia Divina; destacar la senda de la práctica diaria de la meditación -meditación espiritual y científica- como el espacio común en el que confluyen las vías de todas las creencias religiosas verdaderas; promover el entendimiento cultural y espiritual entre Oriente y Occidente, fomentando el intercambio mutuo de las mejores cualidades de ambos; servir a la humanidad, considerándola como nuestro propio Ser universal.

Este artículo esta basado en las memorias relatadas por el propio Yogananda en su libro ‘Autobigrafía de un yogui’.

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