Yoga y meditación 

A menudo vemos separados los conceptos de una sesión de yoga y de una práctica meditativa. Y esto tal vez nos lleve a relacionar más el yoga con el ejercicio físico y respiratorio, mientras que podemos considerar que es en la meditación donde se trabaja el aspecto mental y de exploración de la conciencia. La realidad es que el yoga es en sí mismo una meditación. Yoga significa «detener las perturbaciones mentales» como lo define Patanjali en los Yoga Sutra, obra capital para los practicantes de esta disciplina milenaria.

En ambas prácticas el uso de la atención es clave. En la sesión de yoga desarrollamos la atención hacia las sensaciones corporales, la respiración, los movimientos mentales e incluso los estados de ánimo. Este encuentro con uno mismo que es la interiorización llega a su culmen en la meditación, donde la atención se afina hasta el punto de distinguir todos los procesos físicos y mentales que desequilibran una práctica adecuada y ecuánime.

La sesión de yoga ayuda a disipar las preocupaciones y los movimientos de la mente. El trabajo físico, respiratorio y energético se canaliza de esta manera hacia una práctica meditativa donde predomina la claridad del ser.

La meditación que se propone  es Vipassana, o meditación de la visión penetrante, desarrollada por Buda. Gracias a ella vamos siendo capaces de situar nuestro centro en una presencia pura y cristalina, plena de conciencia; más allá del yo, del apego y del rechazo que dominan cada una de las situaciones de nuestra existencia. Un aprendizaje que traspasa las paredes de la sala para instalarse en la vida cotidiana y disfrutar así del mundo con unos ojos renovados.